Aunque las llamadas “malas hierbas”
muchas veces no me parecen tan malas, sí hay algunas que preferiría poder
eliminar de mi huerta y jardín.
Como hay que
conocer tanto a los amigos como a los “enemigos” (o digamos los seres ante los
que sentimos bastante reserva), hoy he buscado información sobre la Euphorbia y
la Acedera, de los cuales hay una infinidad en mi finca, a pesar de mis
intentos de arrancarlas.
La “muy
mala” es la Euphorbia. No consigo saber exactamente qué tipo de Euphorbia es el
que abunda aquí; desafortunadamente no parece que sea la E.helioscopia, que es
anual, sino más bien E. Serrata o E. Esula ( ¿alguien conoce con qué nombre
común se la suele llamar?), los dos perennes.
Tiene unas raíces leñosas que penetran y se extienden a gran
profundidad, y parece que cada trozo que queda en la tierra es capaz de
sobrevivir y hacer brotar una nueva planta.
Lo que la
convierte en “muy mala” (...aunque ya sé, que todos tenemos derecho de
vivir...) es que todas las partes son muy tóxicas: su látex – su savia lechosa
– es irritante para la piel, y en contacto con las mucosas produce
inflamaciones muy dolorosas.
La que es
menos mala que lo que pensaba es la Acedera (Rumex acetosa). Su lado
problemático es que, igual que la Euphorbia, es muy difícil de eliminar. Sus
raíces leñosos se agarran al terreno con tenacidad, y donde he cavado, pensando
que las había sacado, siguen saliendo por entre cebollas y tomateras. Aunque
habitan sobre todo en tierras de labranza pobres en nutrientes, y es verdad que
donde he echado bien de mantillo salen menos.
Su lado
bueno, al que me he enterado ahora, es que es comestible: tradicionalmente se
ha utilizado igual que las espinacas y las acelgas. Es decir, las hojas, ricas
en potasio, vitamina C y hierro, se pueden hervir ligeramente, o utilizar en
cantidades moderadas como condimento en ensaladas, por su sabor a vinagre. Sin
embargo, lo de moderado es importante, ya que además contienen ácido oxálico
(igual que las espinacas y, en menor medida, las acelgas), que pueden fomentar
cálculos renales y también dificultar la absorción de calcio y hierro si
abusamos de ellas.
Será por eso
que a mi yegua no le gusta (como es sabia en cuestiones de hierbas, la observo
mucho).
Lena
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