El
año pasado un amigo me regaló dos comederos para pájaros, que
ahora están colgando de dos de los árboles que veo desde la ventana
del salón-comedor. Cerca de ellos esperan cada mañana los “fijos”:
herrerillos, carboneros, trepadores azules, pinzones comunes, algún
petirojo, y otros visitantes esporádicos (un pinzón real,
escribanos…).
Aunque
tengo la suerte de vivir en el campo, ver a todos estos pájaros de
cerca me ha supuesto una alegría añadida. Y una satisfacción de
saber que ayudándoles a alimentarse en los días frías de invierno,
y dejándoles comer insectos en primavera, verano y otoño sin ningún
riesgo de que se envenenen en mi finca, contribuyo a mantener una
población que está seriamente amenazada.
Sobre
todo muchas aves ligadas a zonas agrarias están amenazadas: según
datos de SEO/birdlife, en 2005, 14 especies de aves comunes estaban
en declive, mientras que en 2017 lo estaban 38 especies – entre
ellas la golondrina, el abejaruco, y el gorrión común. El descenso
en las poblaciones tienen que ver con la pérdida de habitat, el uso
de agroquímicos – es decir, venenos- y el cambio climático.
Hace
poco se publicó una entrevista con el escritor estadounidense
Jonathan Franzen en la revista digital de Sierra Club, en el que el
autor de las novelas “Las correcciones”, “Libertad”, y
“Pureza” habla -entre otras cosas- sobre la importancia de los
pájaros para conectarnos con la naturaleza:
“...Los
pájaros son uno de los pocos aspectos de la naturaleza que se
acercan a nosotros. Un pájaro visitará tu patio, y puedes tener un
encuentro con él. Puede que no sepas nada de donde viene, pero allí
está en tu árbol. Las aves son los mejores embajadores de la
naturaleza (…). Por eso, aparte de su belleza, desde el punto de
vista medioambiental es muy importante ayudar a la gente a ser
consciente de ellas. El picogrueso pechicafé que vuelve a mi calle
cada primavera, puedo decir el momento exacto de su llegada. Estoy
sentado en mi estudio y de repente lo oigo cantar fuera de la
ventana. Es imposible perdérselo: canta continuamente hasta el
anochecer. Y seguirá cantando allí durante las siguientes seis
semanas. Está completando su ciclo de vida en nuestra calle, y
dependerá de otras cosas -insectos, plantas- que también están
completando sus ciclos de vida. Y toda esa vida salvaje está todavía
pasando justo delante de nuestras narices, si le prestamos
atención...”
En
un punto anterior de la entrevista, el escritor ha expresado su
preocupación por el riesgo de que la gente llegue a estar tan
desconectada de la naturaleza que deje de importarles:
“...A
medida que la naturaleza retrocede, por la expansión de los humanos,
se reducen las oportunidades de tener un encuentro directo con ella.
La naturaleza se convierte en una abstracción, algo “perdido” -
y las abstracciones no pueden competir con el mundo virtual en el que
ahora vivimos: el mundo de las redes sociales, de internet, de la
publicidad en la televisión, y todas las mentiras que transmiten.
Lo
que me da esperanza es ver a lo que la gente es capaz de hacer una
vez que realmente lleguen a experimentar la naturaleza...”
Al
final de la entrevista, el periodista le pregunta a Jonathan Franzen
(que tiene fama de sólo participar en eventos literarios si están
próximos a un parque natural con riqueza ornitológico), si cree que
su relación con las aves le ha hecho mejor persona. Responde lo
siguiente:
“
Siempre me ha importado el
mundo natural, y solía sentir mucha rabia al ver como lo estamos
agrediendo. Enamorarme de los pájaros significó encontrar algo
positivo adonde dirigir mis sentimientos; encontrar algo que cuidar,
en lugar de sentir enfado o culpa. No sé si me ha hecho meor
persona, pero sí me ha convertido en una persona con la que estoy
más contento estar. Ya no camino por el campo cabreado; ahora doy
paseos diciendo “Ah, hola, te quiero””.
Lena
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