La semana pasada pudimos leer
en la prensa local que el programa “STEM
Talent Girl”
está llegando este otoño a Ávila.
El programa, organizado por la
Fundación ASTI y la Junta de Castilla y León, está destinado a
fomentar las vocaciones científicas en las alumnas para que elijan
una carrera STEM,
es decir de Ciencia, Tecnología, Ingeniería o Matemática (Science,
Tecnology, Engineering, Mathematics).
En Ávila ahora empezará a desarrollarse la primera fase -de
selección de alumnas de 3º y 4º de la ESO - denominada “Science
for her”. Se han
apuntado 66 alumnas, de las que se elegirán 30. Cada una de estas
chicas tendrá su mentora, en el Bachillerato recibirá orientación
profesional, y cuando esté en la universidad habrá becas y
posibilidad de hacer prácticas en alguna empresa.
Además, habrá ocho
masterclasses,
impartidas por mujeres destacadas en el campo STEM.
Estas
clases estarán también abiertas a cualquier persona interesada.
*
Esta
noticia ha sido el punto de partida para unas reflexiones mías sobre
una parte del tallo (“stem”) en cuestión – la que creo que es
el principal, aunque luego se ramifica: la Ciencia.
Lo
primero que me ha llamado la atención son todas las palabras en
inglés que se utilizan para nombrar y describir el programa. Además
de las ya mencionadas, en la página de “talent-girl.com” se
explica que las mentoras van a servir como role-models,
y hacer sesiones de shadowing
con
las alumnas.
No
seré yo quien niege la importancia de saber inglés para poder
acceder a la conversación de la comunidad científica internacional,
pero...¿no da más bien la impresión de que la ciencia es algo
ajeno o extranjero, algo que tiene poco que ver con la realidad
abulense y española?
Además,
a juzgar por las fotos en talent-girl.com,
las mentoras deben reunir las dos cualidades de ser buenas
profesionales en el campo de la ciencia y tecnología y tener
apariencia de modelo. Si una es mayor, o de aspecto más ordinario,
mejor abstenerse.
*
Cuando
era joven, me interesaban más los estudios de las humanidades que
los de ciencias. Fue así a pesar de que tuve la suerte de disfrutar
de una educación bastante participativa y que unía (relativamente)
la teoría y la práctica.
La
naturaleza estaba allí -siempre ha estado allí- como algo
necesario; como un hogar, como belleza, misterio, poesía, consuelo y
compañía. Pero no como objeto de estudio.
Intelectualmente
me enfocaba más a descubrir el mundo humano, a través de los
idiomas, la literatura, la historia, la política...
Sin
embargo, desde que vivo aquí, donde uno puede tener las manos en la
tierra durante casi todo el año, y donde hay un sinfín de plantas y
bichos de todo tipo, mi interés por la ciencia ha aumentado mucho.
Trabajando
en mi jardin, me fascinaba observar lo que pasaba en un trozo de
tierra compactada y aparentemente muerta cuando se conseguía que
alguna planta empezara a crecer allí, y la frondosidad que luego se
pudiera llegar a haber. Era como una verdad intuída, que la Vida
atrae a más Vida.
Aún
más fascinante fue descubrir a científicas (sí, la mayoría fueron
mujeres) como Elaine Ingham o Cristine Jones, que explicaban porqué
esto pasaba, qué era lo que estaba pasando dentro del suelo
alrededor de las ráices de las plantas.
También
fue importante descubrir a estas y a otros científicos que sabían
comunicar su
conocimiento,
que
sin sacrificar el rigor y la coherencia escribían libros o daban
charlas que enganchaban casi tanto como cualquier policiaca.
Además, de
esa manera se borraba bastante la frontera entre Letras y Ciencia.
*
Diferentes
personas pueden sentirse atraídos por diferentes aspectos de la
ciencia. Hope Jahren, una geobióloga (según Wikipedia, la
geobiología estudia las interacciones entre la vida y el ambiente
físico-químico de la Tierra) que ha recibido numerosos premios y
distinciones por su labor, cuenta en el libro “La memoria secreta
de las hojas” porqué eligió estudiar Ciencias:
“Empecé estudiando
Literatura, pero pronto descubrí que mi sitio eran las Ciencias
Naturales. El contraste era muy claro: en las clases de ciencia
hicimos
cosas, en lugar de simplemente hablar de ellas. Trabajamos con las
manos, y obtuvimos resultados casi diariamente (…) Tratamos
problemas que todavía podrían ser solucionados...La Ciencia hablaba
de lo que pasaba ahora y de un futuro que todavía podría ser
posible...”
En
el prólogo del libro Jahren explica que el trabajo científico
empieza cuando uno empieza a formular preguntas y observar algo con
atención.
*
Si
he entendido bien, el esquema del método científico es el
siguiente: Pregunta – Observación - Formulación de la
hipótesis – Experimentación o recolección sistemática de datos
- Análisis de los datos - Rechazar o aceptar la hipótesis.
En
este esquema, la curiosidad
es un ingrediente fundamental: algo tiene que despertar nuestra
curiosidad para que empecemos a observarlo y hacer preguntas acerca
de ello.
También
lo es la actitud
independiente y crítica,
que hace que el científico no de nada por sentado, que siempre tenga
que contrastar las teorías con la realidad. Y la máxima objetividad
posible
a la hora de interpretar la información.
...Creo
que no se puede decir que en Ávila se fomenten estas cualidades.
Para tener un mejor caldo de cultivo para jóvenes científic@s,
habría que cambiar muchas cosas.
Y
ahora mismo se me ocurre una pregunta: ¿se habrá hecho algún
análisis de porqué tan pocas chicas eligen carreras de Ciencias o
Tecnología?
Lena Pettersson
Hola Lena, este artículo me ha gustado y me ha llegado particularmente muy hondo, tal vez porque mi plan de estar más en la naturaleza está congelado de momento. En cuanto al libro de Hope Jahren, La memoria de las hojas, que leí el año pasado, sencillamente me entusiasmó y lo tengo siempre cerca además de haberselo recomendado a varias personas, al final de éste ella misma dice que se le puede escribir para comentar cualquier cosa, lo tengo pendiente. Gracias por este artículo, hasta pronto espero.
ResponderEliminarA mí también me ha gustado mucho el texto, sobretodo por lo intimista que me ha parecido. Te preguntas porqué hay pocas chicas que eligen estudiar Ciencias o Tecnología. Conozco a alguna joven científica con una gran vocación, que dedica muuuucho de su tiempo a la investigación, y que observa que su trabajo es menos valorado que el de sus compañeros masculinos. Alguna joven ingeniera a la que sus compañeros masculinos tratan con escepticismo. Ellas tienen que demostrar mucho mas, en muchos aspectos. Esta es mi experiencia, imagino que habrá otras diferentes.
ResponderEliminarSi, gracias por el artículo y por el aliento que siento por conocer mas sobre lo que nos ofrece el suelo que pisamos.
Maricarmen