jueves, 25 de enero de 2018

El Pleno (1)

He ido al Pleno esta mañana, pero me temo que en esta entrada sólo puedo dar una información bastante superficial y fragmentaria de lo que se trató allí.

Como siempre, llegué tarde, y estaba el Alcalde hablando de los Presupuestos, de las "mejoras" que querían hacer, y de "ampliar la oferta" para la gente que vienen al río Alberche a su paso por Navaluenga. ...Estas expresiones siempre me inquietan, por pensar que no solemos todos coincidir en lo que consideramos "mejoras".

También dijo que una prioridad en los presupuestos es sustituir el alumbrado público por uno más económico y eficaz (supongo que alumbrado LED), lo cual me parece bien.

PSOE no aprobaron los presupuestos, por considerar que la partida para "Asuntos Sociales" era demasiado pequeña, y también por el hecho de no haber sido consultados en la elaboración. Tampoco Vecinos los aprobaron, por los mismos motivos. 

En cambio Juan Carlos de Comprometidos sí los aprobó, comentando que para él probablemente eran más fáciles de comprender, por haber trabajado en el Ayuntamiento durante muchos años.


Hace poco que me he enterado que hay una Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno (Ley 19/2013), y he empezado a estudiármela. 
Considerando cómo actúan la mayor parte de las administraciones, sorprenden muchos artículos de esta Ley (creo que hay varias leyes que han sido de obligada "trasposición" de Directivas (leyes) Europeas, y a las no se suelen dar mucha publicidad...).

Por ejemplo, dice el artículo 8 que se debe hacer pública la la información en relación a:

d)  Los presupuestos, con descripción de las principales partidas presupuestarias e información actualizada y comprensible sobre su estado de ejecución y sobre el cumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera de las Administraciones Públicas.

Y el artículo 5 estipula que la Administración Local (entre otros), es decir el Ayuntamiento, publicará "de forma periódica y actualizada la información cuyo conocimiento sea relevante para garantizar la transparencia de su actividad relacionada con el funcionamiento y control de la actuación pública." (punto 1)

Y en el punto 4: 

"La información sujeta a las obligaciones de transparencia será publicada en las correspondientes sedes electrónicas o páginas web y de una manera clara, estructurada y entendible para los interesados..."

Y lo vuelve a subrayar el punto 5: 

"Toda la información será comprensible, de acceso fácil y gratuito"

Me parece una ley interesante, volveré a hacer referencia a su contenido, ya que echamos bastante de menos más  transparencia y buen gobierno.
...

Veo que al querer compartir este "cursillo de Derecho" que estoy haciendo, este texto se alerga. Luego seguiré comentando algunos puntos más.

También he pedido a Noelia de Vecinos y a Juan Carlos de Comprometidos que me envíen ellos un artículo sobre sus Ruegos y Preguntas, ya que tendrán más información que yo.

...Un dato más antes de terminar esta primera entrada sobre el Pleno:

Los Ayuntamientos tenía un plazo máximo de dos años para adaptarse a las obligaciones contenidas en la Ley de Transparencia (Ley 19/2013, de 9 de diciembre). 

Han pasado cuatro años. El Portal de Transparencia de la página WEB del Ayuntamiento de Navaluenga sigue "en construcción", y hasta a los concejales de la oposición les cuesta acceder a la información que debería estar a la disposición de todos.

Lena

2 comentarios:

  1. Interesante el “cursillo de Derecho” sobre la Ley de Transparencia, me recuerda a mi relación con los médicos. Tomo unas pastillas para la tensión que, literalmente, me machacan las rodillas, haciendo que a veces el simple gesto de agacharme sea toda una heroicidad. Como quiera que tengo por costumbre leer los prospectos antes de tomar cualquier medicamento (de hecho para eso están), es por lo que me enteré que esas pastillas podían afectar a las articulaciones. Naturalmente lo comenté con mi médico, y no únicamente con él, sino con otros dos más por aquello de las sustituciones. Lo más sorprendente no fue la explicación médica que pudieran darme, sino que los tres coincidieron en la misma frase: “¿Y para qué lees los prospectos?”. No creo que haga falta explicar la cara de tonto que se te queda cuando te dicen eso hasta tres veces, más que nada porque uno piensa que los fabricantes de medicamentos ponen en los prospectos el resultado de sus experiencias clínicas, por lo que si advierten que el medicamento puede afectar a las articulaciones lo normal sería tenerlo en cuenta.

    Al leer los artículos expuestos sobre la Transparencia pasa como con los prospectos, si les preguntas a los médicos de la política te dirán: “¿Y para qué lees las leyes?”. Es decir, todos los ciudadanos estamos obligados a conocer las leyes, de hecho en caso de incumplirlas la Justicia ya se encarga de recordarnos que alegar desconocimiento de las mismas no exime de su cumplimiento; sin embargo si uno se molesta en leerlas y alegarlas en voz alta para exigir su cumplimiento en lo público, o le sueltan lo mismo que con los prospectos o algo incluso peor, “¿Es qué eres abogado?”, como si ser letrado fuera una garantía de saber lo que se hace, o como si los demás fuéramos iletrados e incapaces de leer y entender las normas de convivencia de obligado cumplimiento.

    En todo caso, la culpa de que los encargados de lo público no cumplan las normas no la tienen únicamente ellos, sino nosotros, los ciudadanos, que nos conformamos con cualquier cosa porque ya tenemos demasiados problemas con el día a día, y cuando alguno de nosotros se levanta a protestar entonces es el raro, o el revolucionario, o el impertinente, o el pesado que lee los prospectos de las medicinas. La cosa de gestión de lo público deberíamos tomarla con tanto rigor como cuando vamos a un restaurante, exigimos limpieza, trato adecuado, alimentos frescos, con trazabilidad, perfectamente cocinados y un precio justo. Si alguno de estos requisitos no se cumple solemos ser implacables con las quejas, y en casos extremos dejando acta de lo ocurrido en una hoja de reclamaciones que le puede provocar un problema posterior al restaurador. ¿Y por qué no hacemos lo mismo con lo público? ¿Por qué no exigimos limpieza en todas sus actuaciones en lugar de permitir la podredumbre que inunda el sistema? ¿Por qué no pedimos un trato adecuado y dejamos que en muchos casos nos traten como si fuéramos imbéciles? ¿Por qué no requerimos que, sin ningún género de duda, la gestión pública sea fresca en lugar de podrida o ultracongelada, se conozca perfectamente la trazabilidad de sus actuaciones, se realice con el mismo mimo que el mejor de los cocineros y se utilicen los dineros para pagar aquello que se ajusta a un precio razonable, en lugar de inflar los precios como si una tasca de barrio cobrase por un pincho lo mismo que un restaurante de varias estrellas Michelín por un menú completo?

    Mientras no seamos capaces de hacer saber a los médicos que somos capaces de escuchar nuestro cuerpo, seguiremos pareciendo pobres idiotas en las consultas, permitiendo que, en demasiadas ocasiones, los intereses de las grandes farmacéuticas pasen por encima. Y, desde luego, mientras sigamos dando más importancia a las quejas en los restaurantes que a aquellas que podamos presentar en el ámbito de lo público, seguiremos pareciendo unos desgraciados infelices a los que se les toma el pelo en nombre de la ley, de esa misma ley que se hizo precisamente para proteger nuestros derechos.

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  2. Muchas gracias por tu comentario, Javier. Estoy completamente de acuerdo en que debemos tomarnos la gestión pública en serio, exigiendo que se haga con la debida limpieza, respeto y transparencia...y no quedarnos en el papel pasivo que nos quieren asignar los que están en el poder.

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