martes, 15 de noviembre de 2016

Entrevista con Florent Marcellesi, en La Marea

En Marrakech se está celebrando el 22º Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22, entre el 7 y el 18 de noviembre). Está allí Florent Marcellesi, el eurodiputado de EQUO. Hace un par de semanas le hicieron una entrevista en La Marea; publico aquí la parte donde habla sobre el cambio climático, y el cambio de modelo económico que tendríamos que hacer si tomaramos esto en serio.
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(...) A veces pensamos que luchar contra el cambio climático significa perder calidad de vida, renunciar a muchas comodidades… En su opinión, ¿qué oportunidades representa esta lucha para la humanidad?
Básicamente, la oportunidad de repensar el modelo de producción y consumo en el que vivimos. El cambio climático es un problema porque está afectando a los empleos, a los derechos, a nuestro bienestar hoy y mañana, pero también es una oportunidad porque nos dice que podemos cambiar a mejor. Por ejemplo, con empleos que en vez de destruir el medio ambiente y la dignidad de los trabajadores, sean dignos y respeten el planeta. Los empleos verdes, por ejemplo, que crean muchísimos más puestos de trabajo que los llamados empleos marrones. En España estamos hablando de dos millones de puestos de trabajo, y en el conjunto de Europa de 20 millones, tantos como desempleados hay en la Unión Europea.
¿Qué son los empleos marrones?
Son aquellos que son muy intensivos en energía, emisiones de CO2 y uso de agua y materia. Aquellos que lo que hacen es destruir valor social y ecológico en vez de construir un mundo mejor. Esos empleos claramente no nos valen en un mundo donde queremos al mismo tiempo justicia social y sostenibilidad, por eso necesitamos una gran transición ecológica en la economía y acompañar a los trabajadores de los sectores marrones hacia otros ámbitos laborales. Eso puede pasar, por ejemplo, con el carbón: nosotros no estamos en contra de los mineros, estamos en contra del carbón. A los mineros les proponemos una transición hacia otros sectores que sean pan para hoy y para mañana.
Volvamos al CETA. En su opinión, ¿cuáles son los grandes riesgos medioambientales y sociales de este tratado?
Tanto el CETA como el TTIP plantean problemas sociales, democráticos y ecológicos bastante parecidos. En lo social, podemos hablar de la destrucción de puestos de trabajo. El CETA significará una pérdida de 200.000 empleos en Europa; el TTIP, de 600.000. Después está el riesgo en lo democrático, que está en dar más poder a las multinacionales a través, por ejemplo, de los tribunales de arbitraje. Y en el ámbito ecológico hay varias cosas. Sería más fácil traer arenas bituminosas desde Canadá, que son mucho más contaminantes que los petróleos convencionales, que ya es decir. Al mismo tiempo, son tratados que van a aumentar de forma radical las emisiones de CO2. Por tanto, aquí debemos preguntarnos si podemos firmar el Acuerdo de París y, a la vez, ratificar otros tratados que van en el sentido contrario, como el CETA o el TTIP. Tenemos que ser coherentes en nuestras políticas.
Cuando piensa en un modelo económico diferente, ¿a qué tipo de modelo se refiere exactamente?
Primero, se trata de un horizonte donde tenemos empleos que valgan la pena desde el punto de vista social y ecológico. Segundo, es un modelo donde tenemos repartos de distribución de las riquezas, sean económicas, sociales, ecológicas, con reparto también del trabajo. Y al mismo tiempo es una sociedad donde hay democracia participativa, desde abajo, representativa, potente a nivel europeo.
El Acuerdo de París tuvo mucha publicidad y Francia es un anfitrión fuerte a nivel internacional. Sin embargo, a nivel de compromisos no tuvo tanta fuerza. ¿Cómo percibe los ánimos de cara a la COP22?
Podemos definir el acuerdo de París con tres palabras: fue al mismo tiempo un milagro, un desastre y una oportunidad. Milagro, porque es increíble que hayamos conseguido de forma unánime firmar un acuerdo que tenga una meta ambiciosa. Es un desastre porque las herramientas que están dentro del acuerdo no permiten alcanzar los objetivos. Y es una oportunidad porque si conseguimos seguir con la línea política y social que ha iniciado este tratado, podemos ver que la transición ecológica es imparable. Es el último punto el que más nos interesa de cara a Marrakech, porque hemos visto que en un año ha entrado en vigor lo acordado en París, lo cual también es un milagro. Teniendo en cuenta también la presión social y política que hay detrás, y la capacidad de no volver atrás en la transición, este acuerdo es una oportunidad. Va a depender siempre de la capacidad de movilización que tengamos a nivel social y político, porque únicamente se cumplirán las palabras si detrás hay gente a nivel local, regional, estatal y europeo que esté dispuesta a luchar por él (...)


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