Esta semana se está desarrollando la
Cumbre del Clima, COP 24, en Polonia, a la que asisten unas 28.000
personas de 197 estados. Pero por muchas conferencias que se hagan, no
parece que se acabe de tomarse el cambio climático en serio.
Las declaraciones, informes y buenas
intenciones no faltan; sin embargo, la voluntad de ponerlas en pŕactica
parece más bien escasa. Y ojalá me equivoque, pero tengo la impresión de
que en la provincia de Ávila la actitud general es más bien que todo
eso no tiene nada que ver con nosotros.
En teoría todos sabemos que hay que
reducir las emisiones de CO2 si queremos evitar unos efectos
apocalípticos, y a pesar de eso las emisiones globales crecieron entre
2016 y 2017 en un 1,6%. En la EU aumentaron aún más: 1,8%.
Pero eso no es nada en comparación con España: aquí crecieron un 7,4%
(datos según eurostat en mayo 2018). Nuestro país fue el cuarto de la
UE donde las emisiones (estimadas) aumentaron más, después de Malta,
Estonia y Malta. En cambio, en Finlandia y Dinamarca se redujeron casi
en un 6%.
Pienso que el aumento tan alto se ha
podido producir porque vivimos con el dogma del CRECIMIENTO ECONÓMICO
-entendido como subida del PIB, sin analizar qué es lo que crece- como
meta supremo, y porque la mayoría de las mentes parecen estar ocupadas
con nacionalismos pequeños y grandes, cotilleos (políticos y otros) y
luchas de poder…o por los problemas cotidianas de poder pagar hipotecas,
alquileros, facturas de luz, libros de textos, etc.
Y porque pensamos que la “solución”
(quiero decir la adopción de medidas que limiten el cambio climático o
mitigen sus efectos) es cosa de los otros (el Estado, la UE, La ONU, o China, EE.UU. Alemania…), y no de los pueblos donde vivimos.
Pero desde los ayuntamientos hay MUCHAS medidas que se podrían tomar. Por ejemplo:
- Contratar la luz de empresas que comercializan electricidad de fuentes renovables.
- Instalar placas solaren en los edificios públicos y subvencionar el autoconsumo en viviendas particulares.
- Subvencionar la compra de vehiculos elétricos.
- Prohibir la quema de restos de poda, invirtiendo en biotrituradoras municipales y creando plantas de compostaje, algo que convertiría la basura en un recurso.
- Apoyar la producción ecológica de alimentos – y en general toda producción y consumo local que redujiría la necesidad de transportes contaminantes.
- Plantar árboles y crear jardines en espacios públicos (toda vegetación absorbe CO2 de la atmósfera y a través de sus raíces transfiere el carbono al suelo, además de mitigar las diferencias de temperaturas).
Lena Pettersson
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