lunes, 15 de octubre de 2018

"Escaparates" turísticos, y el resto, abandonado.

Esta tarde he estado en Ávila, y antes de volver a Navaluenga he dado un pequeño paseo por la ribera del Río Adaja, por debajo de las Cuatro Postes. El paseo ha sido muy corto, no sólo por el viento frío que soplaba, sino sobre todo por el barro maloliente -parecía de desagüe- que cubría el camino.

Eso me recordaba el artículo que leí hace unos días, que habla de un problema bastante extendido en nuestra provincia (o al menos se da en Ávila capital y aquí en Navaluenga): el abandono y descuido de las zonas fuera de los lugares emblemáticos (la muralla, las iglesias, las dos plazas famosas en Ávila, y aquí sobre todo el puente románico y las piscinas naturales, más algunos pequeños espacios de "escaparate" a la entrada del pueblo).

Recomiendo el artículo, que está escrito por Manuel Vicente, y publicado por Ávilared:


Sobre todo el abandono de las zonas junto a los ríos es algo que siempre me ha chocado. Ahora en Madrid parece que ha cambiado, pero recuerdo mi primera visita a la capital de España, hace muchos años: 

Era verano, hacía un calor sofocante; yo miraba el mapa y ví en él el río Manzanares. Hacia allí me dirigí (en metro y andando), por relacionar los ríos con paseos agradables bajo árboles de ribera, y con terrazas donde uno podría sentarse a mirar los patos y el fluir el agua.

Ni llegué al río, sino que me perdía en un desierto de cemento y carreteras.

En Madrid ha cambiado; en Ávila se sigue gobernando y organizando los recursos y espacios como si la belleza y la salud naturales no importaran, conduciendo a los turistas (que parecen importar más que los vecinos) por unas rutas bien delimitadas, para que puedan hacer gasto en determinados establecimientos, o para que nos podamos enorgullecer de nuestras fachadas culturales.

Lena

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