sábado, 18 de noviembre de 2017

Debemos devolver el carbono al suelo

Según la Organización Mundial de la Meteorología, la concentración de CO2 en la atmósfera aumento el año pasado a una velocidad récord. Ahora es de 403,3 partes por millón, el nivel más alto en 800.000 años.


Esto significa que hay demasiado carbono en forma gaseosa, en el lugar equivocado. 

Debería estar en la tierra, o en las plantas (en la "biomasa"), donde sería un recurso en lugar de un problema.

Porque como dice el arquitecto William McDonough en un artículo en la revista Nature, "el carbono no es el enemigo". 


Cuando la naturaleza no está dañada, las plantas capturan CO2 del aire vía la fotosíntesis, convirtiéndolo a azucares. Parte de esas azucares se utilizan para el crecimiento de la planta, y parte son "exudados" por las raíces para alimentar a los microorganismos que a su vez protegen la planta contra patógenos, hacen disponibles los nutrientes, y forman el "humus" del suelo. El humus es una forma estable de carbono que hace la tierra esponjosa, más fertil y con más capacidad de retener agua que las tierras sin humus, y sin materia orgánica en general (como gran parte de las tierras agrícolas en España).

La científica australiana Christine Jones llama este proceso  de captura de CO2 del aire para formar suelo fertil "la vía del carbono líquido".

En internet hay varios artículos y videos en los que lo explica. Todos a mi me parecen interesantísimos (volveré a hablar de ella...). En su página Amazing Carbon también hay algunos artículos traducidos al castellano:


Aparte de dejar de quemar combustibles fósiles, deberíamos seguir los consejos de McDonough:

"Utilicemos el carbono de la atmósfera para alimentar procesos biológicos, crear carbono estable del suelo, y revertir el cambio climático. Adoptemos la agricultura regenerativa y diseñemos las ciudades con la vista de aumentar su capacidad de fotosíntesis y fomentar la actividad biológica...".


Lena

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