Más sobre plantas, y sobre el campo de golf

Hace unos días un amigo de Avila me preguntó si conocía una planta bastante rara, que le interesaba mucho: la Dictamnus albus. Tengo bastante mala memoria para los nombres, aunque me suelo acordar bien del aspecto de las plantas, y dónde están. Recordé haberla visto -y hecho fotos- en el monte de la Dehesa pequeña hace unos años, y el domingo pasado fuimos allí a buscarla. Aunque todavía no florece, la encontramos. Y no sólo encontramos a la Dictamnus albus, sino también a un Acer monspessulanum (¿Arce de Montpellier?), que era el árbol más grande de esta especie que mi amigo había visto en toda la provincia de Ávila. Y un montón de otras plantas bonitas e interesantes, cuyos nombres he olvidado.

En fin, comprobé de nuevo que las dos dehesas son unos auténticos tesoros naturales.

Me decepciona e inquieta que tan poca gente de aquí se dan cuenta de ello; que Armando hable de lo deseable que sería ampliar el campo de golf en el futuro (lo que significaría quitar otro trozo de la dehesa, y concentrar aún más recursos económicos en esta actividad) y que todos los grupos de la oposición parecían estar de acuerdo.

Como he dicho antes, personalmente no tengo ningún cariño o interés en el campo de golf. Los campos de golf son unos paisajes sumamente artificiales y caros de mantener, con requierimientos grandes de agua y agrotóxicos. Parece que creemos que sólo porque hay suerte y al final está lloviendo bien esta primavera, pudiéramos contar con que siga igual en los años por venir. Yo no lo creo. De hecho, si a mí dependiera, creo que utilizaría el espacio del actual campo de golf para otras cosas, como por ejemplo un camping, o un parque o senda botánica. Aunque eso tenga menos prestigio que un campo de golf.

Lena