Mala noche

No sé cómo fue la pasada noche en el pueblo, pero por mi barrio rural fue bastante dramática. Dramática y mala.

En medio de la noche los ladridos frenéticos de mis perros me despertaron. Fuera, en la finca de la lado, se oían otros ladridos. Como fue imposible tranquilizar a mis dos amigos de cuatro patas, me puse el abrigo, cogí la linterna y salimos.

No sólo se oían ladridos  (de al menos cuatro perros) sino también gruñidos, y relinchos angustiados de caballo.

Casi una hora estuve junta a la valla de mi finca, tiritando de frío, y también de la congoja que provoca sentir un drama a unos cincuenta metros, sin poder hacer nada. En un momento se acercaron dos grandes perros negros a ladrarnos desde su lado de la valla, con los ojos reflectando la luz de mi linterna. Los conozco, suelen ir sueltos por allí, y normalmente parecen unos animales buenos y pacíficos. 

Sin embargo, ayer parecían unas fieras.

No estoy segura, pero creo que también pertenecen a las mismas personas que los caballos.

Por la mañana, ya con la luz del día, me acerqué al lugar donde había oido el jaleo. Allí había un potro, malherido. No voy a contar los detalles.

Como no tengo el teléfono de los dueños, llamé a la Guardia Civil. Me contestaron en Ávila, diciendo que en Navaluenga no habría nadie hasta las dos. Conseguí localizar a otra persona que avisé a un empleado que cuida los caballos.

...No sé si habría servido a algo intentar llamar a 112 por la noche. No lo hice. ¿A quién llama uno en estos casos, en una noche de la semana santa?

Cuando al final llegó alguien de la familia de los proprietarios al menos se acabó el sufrimiento del potro, con un tiro. 

Yo pensaba que les interesaría saber qué había pasado, y que se pasarían a hablar conmigo. Pero no.

Esto lo cuento por recordar que los perros más amables pueden convertirse en unas fieras temibles cuando van en manada - y por preguntarme cuántos de todos los supuestos ataques de lobos al ganado han podido ser igual a este.

Lena