Esta semana se ha escrito y hablado bastante sobre el creciente número de
personas que están en riesgo de pobreza en España, y hoy, en este sábado
lluvioso, me he entretenido en leer partes del documento en que se basan los
artículos.
Es el 5º informe elaborado por la Red
Europea de Lucha Contra la Pobreza (EAPN): Seguimiento del indicador de
pobreza y exclusión social en españa 2009-2014.
Su
lectura me ha llevado a varias reflexiones.
También
me ha llevado a sentirme un poco como un extraterrestre –o al menos de otro
tiempo y lugar- en nuestro mundo contemporáneo..
En
2010 la UE hizo público su ”Europa 2020, una estrategia para un crecimiento
inteligente, sostenible e integrador”, donde crecimiento ”inteligente” se
refería a una economía basada en el conocimiento e innovatión, ”sostenible” se
refería a un uso más eficiente de los recursos, e ”integrador” significaba un
alto nivel de empleo y cohesión social y territorias. Se acordó que España
debía reducir el número de personas en riesgo de pobreza y exclusión en 1,4
millones antes de 2020.
Pues,
aquí, en lugar de reducir el número, está aumentando cada vez más. Como destaca
el informe, en 2014, a pesar de que España ha perdido población, hay 790.000
personas más en riesgo de pobreza y exclusión (en comparación con 2013).
A
pesar de esto, según el Gobierno hemos dejado atrás la crisis.
Esto,
a mí me parece completamente escandaloso. Pero lo más escandaloso no es que el
Gobierno lo diga, sino que los medios funcionen como altavoces a este mensaje.
Pienso que los periodistas tienen la responsabilidad de INFORMAR SOBRE LA
REALIDAD, no repetir cualquier mentira que diga un político. Es decir, cada vez
que se hable de la ”recuperación de la economía española” se debería contrastar
con los datos de la pobreza creciente.
Si
llegamos a la conclusión de que determinados medios se dedican a la desinformación
más que a la información, pienso que es una pérdida de tiempo valioso
escuchar o leerlos.
Para
medir la pobreza se utiliza el indicador AROPE (por sus siglas en inglés: At
Risk of Poverty and/or Exclusion). Este indicador considera:
- los ingresos. Con una renta inferior al 60% de la renta media (que en 2014 era
un poco más que 13.000 euros anuales) se considera que se vive en ”pobreza
relativa”. Es decir, con unos ingresos anuales por debajo de los 7.960
euros estamos ”bajo el umbral de la pobreza”. Como los ingresos se han
reducido para la mayoría de la gente, este umbral está más bajo ahora que
hace unos años.
- las posibilidades de consumo. Las personas que no pueden permitirse cuatro de nueve cosas que
se consideran de ”consumo básico”
pertenecen a la ”población con privacidad material severa”.
- el empleo
En el punto 1 pienso que tendría más sentido mirar
los ingresos disponibles después de pagar el alquiler o hipoteca de la
vivienda, ya que tener un hogar me parece lo más importante al hablar de estos
temas.
Pero es el punto 2 que me hace sentirme más rara.
Los nueve
conceptos (o “items”,como lo llaman) considerados consumo básico son:
-
Pagar la hipoteca,
alquiler o letras.
-
Mantener la vivienda
a temperatura adecuada en invierno
-
Permitirse unas
vacaciones de, al menos, una semana al año.
-
Permitirse una
comida de carne, pollo o pescado, cada dos días.
-
Capacidad para
afrontar gastos imprevistos.
-
Disponer de
teléfono.
-
Disponer de
televisión en color.
-
Disponer de
lavadora.
-
Disponer de coche.
En algunos sitios aparecen también el tener un
ordenador personal.
Pues, para empezar, a mí me choca que tenga igual
peso el poder pagar su vivienda, que tener un coche o un televisor. Que la
gente pueda llegar a ser desahuciada de su vivienda por haber perdido el
trabajo, es algo que yo creo que no se debería permitir en una sociedad
avanzada. Ni que se corte el suministro de luz y agua por impagos (aunque sí me
parecería normal que se estableciera un tope de consumo básico). Recuerdo el
susto que tuve hace un par de años, al recibir un sms de Iberdrola diciendo que
me iban a cortar la luz en 24 horas por un pago que –para mi sorpresa- no les
había llegado. En cambio, que en invierno haya mañanas en las que el termómetro
dice 13 grados dentro de casa, y que tarde un poco hasta que la estufa de leña
suba la temperatura a los 17 o 18 grados habituales, no me parece tan
dramático. Si es dramático que en España sigue habiendo muchísimas viviendas
con paredes que parecen de cartón y ventanas por donde el frío y el calaor
entra y sale como quiera.
Las vacaciones: ¿hay que viajar siempre en las
vacaciones? ¿No se puede simplemente disfutar de dar paseos, ver a los amigos,
mirar películas o lo que sea? Alojarse en un hotel u hostal y tomar todas las
comidas fuera sería un gasto demasiado
grande para mí y para la mayoría de la gente que conozco. Pero el tener que
prescindir de eso no me parece que tenga nada que ver con “carencia extrema”.
Las comidas de carne o pescado cada dos días ( que
yo sepa el pollo también es carne): En Navaluenga tenemos la suerte de poder
comprar carne de animales que han tenido una buena vida, pastando en prados.
Pero la mayor parte de la carne que se consume viene de auténticas “fabricas”
de explotación feroz. Nuestro consumo exagerado de carne contribuye al cambio
climático, a la desaparición de bosques y selvas, a la contaminación de tierra,
agua y aire, y a hambrunas en el tercer mundo – aparte de basarse en el
sufrimiento de los animales. No hace falta que todos nos volvamos vegetarianos,
pero sí deberíamos comer menos carne.
Los gastos imprevistos: estos sí son algo que la
mayoría tememos. Se rompe una muela, una tubería, el coche – y ya se ha roto el
presupuesto de ese mes. Carecer de capacidad para afrontar estos gastos es lo
que afecta a más personas: a unos 42% de la población, según el informe.
Teléfono: tener teléfono e internet sí me parece
importante, para tener acceso a la información, mantener contacto con la gente
que vive lejos, realizar trámites, etc.
Televisión: personalmente vivo mejor sin mirar la
televisión (aunque sí miro películas y documentales que busco en youtube). ¿Por
qué disponer de televisión en color se considera básico, y no tener acceso a
una biblioteca en condiciones (por ejemplo)?
Lavadora: pues sí, lavar siempre la ropa en el
lavábo sería bastante engorroso. Pero en los bloques de pisos no sería
necesario que cada piso tuviera su propia lavadora. De hecho, en Estocolmo creo
que todavía lo más habitual es que haya unas lavadoras comunes en cada
edificio: uno simplemente se apunta a una hora y un día para disponer de ellas.
El coche: vivir sin coche en el campo es difícil,
pero ¿en la ciudad? Lamentablemente, las decisiones políticas que se toman
favorecen el transporte en coche privado ante el transporte público, y esto es
un gran problema. Los coches contaminan
(los de diesel –como el mío- los que más),
invaden pueblos y ciudades y espacios en general, haciéndolos inhóspitos
para vivir.
Para terminar, me estoy preguntando si el riesgo
de quedarse en “exclusión social” por tener ingresos bajos no refleja una
tendencia de la sociedad a volverse más materialista y menos humana: que para
ser “alguien”, para ser tomado en cuenta, haya que disponer de cierto nivel
material. Y que para tener una vida social haya que gastar dinero. Creo que en
los pueblos no es tan así, pero posiblemente en las ciudades es distinto. Hasta
para ir al baño hay que pagar en muchos sitios, en muchas calles de Madrid han
quitado los bancos (para sentarse) para obligar a la gente a consumir en las
terrazas, el precio de los billetes del metro y autobuses no paran de subir, lo
que hace difícil para mucha gente acudir a cursos o entrevistas de trabajo,
mantener el contacto con personas que no viven en su barrio, etc.
(Espero que quede claro que aunque haya cuestionado estos puntos, me parece completamente inaceptable que en España haya tanto paro, que la satisfacción de las necesidades básicas no se garanticen, que sea el país de Europa donde la desigualdad ha crecido más, y que mucha gente tenga que hacer trabajos que no tienen ningún sentido y que encima no les da unos ingresos suficientes para vivir sin unas preocupaciones constantes)
Lena