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La lluvia del pasado viernes |
Aquí en Navaluenga hasta ahora hemos estado a salvo de la mayoría de los desastres naturales, y al menos yo recibo todavía las lluvias con mucha alegría. En otras partes en lugar de alegría han causado destrucción.
Aunque
las últimas lluvias han causado problemas en varios municipios
abulenses, por supuesto no es nada comparable con los siete muertos y
3.500 desplazados que ha dejado la DANA (Depresión Alta en
Niveles Altos, más comunmente llamada “gota fría”) en el
sureste del país.
Ha
habido mucha cobertura mediática sobre las emergencias, con fotos y
videos impactantes. Y varios artículos en los que se ha preguntado
si la virulencia de las lluvias es debido al cambio climático, con
unas distinciones bastante difíciles de entender por los que no
somos expertos: porque a pesar de que el calentamiento global ha
hecho subir la temperatura del mar, y ha aumentado la concentración
de vapor del agua en la atmósfera, y que hay un amplio consenso de
que podemos esperar fenómenos meteorológicos cada vez más
frecuentes e intensos, también se citan a varios meteorólogos que
afirman que no se puede saber si esta DANA en concreto tenga
que ver con el cambio climático.
La
verdad es que yo no lo entiendo, pero creo que tampoco me importa
mucho.
En
cambio, no abundaba la información sobre lo que sí me importa, a
saber: ¿por qué los efectos han sido tan desastrosos, y que se
puede hacer -y que se hace- para que estos que fenómenos no causen
tantos daños en el futuro?
Eldiario.es
si han publicado varios artículos analizando las causas y las
posibles soluciones, por ejemplo el que se titula Especulación e
incumplimiento de la normativa: cómo el urbanismo insostenible
favorece las inundaciones, en él que se puede leer el siguiente
párrafo:
“...El
principal problema, según Santiago Barajas, responsable de
Ecologistas en Acción en materia de agua, es que se ha permitido
construir sobre cauces y zonas de riesgo de inundación, en contra de
la normativa. "Estimamos que, en todo el país, hay del orden de
50.000 construcciones sobre cauces y zonas de riesgo, y la mayoría
son viviendas"...
En
la sección "Tribuna Abierta" del periódico está el mejor
análisis que he encontrado, escrito por Julia Martínez, también de
Ecologistas en Acción. El artículo, "Seis
causas y seis soluciones para reducir los daños por inundaciones"
es bastante largo, y aunque vale la pena leerlo entero, publicaré
aquí unos extractos:
La
autora empieza por explicarnos la diferencia entre “crecida” (un
aumento del caudal respecto a su valor medio, un componente
fundamental para el buen estado ecológico de un río) e
“inundacción”(cuando el agua ocupa zonas que normalmente no
tienen agua) y nos recuerda que: “Una crecida fluvial no tiene
porqué desembocar en inundaciones con daños a poblaciones y bienes,
si las zonas inundables han sido respetadas.”
“El
clima mediterráneo ha sido, es y seguirá muy fluctuante, con
grandes sequías y grandes picos de precipitaciones, las denominadas
lluvias torrenciales. Hemos de asumir que este clima es así, no
podemos vivir a espaldas de la existencia de tales picos de
precipitaciones torrenciales, por poco frecuentes que sean. Lo que
tenemos que hacer es aplicar el
principio de precaución
para
minimizar los daños…
(…)
Sin embargo hasta la fecha, el incremento en la torrencialidad de las
lluvias es muy poco significativo de momento, pese a lo cual los
daños por inundaciones sí se están disparando, incluso frente a
valores de precipitación equivalentes o incluso menores ¿Por qué
ocurre esto?”
Enumera
las “seis causas principales del incremento de
los daños por inundaciones”, de las que la primera
es la ya mencionada ocupación de zonas inundables – a pesar de una
abundande normativa que obliga a respetarlas.
“Las
competencias en urbanismo y ordenación del territorio las tienen las
comunidades autónomas y los ayuntamientos. Por tanto, son estas
administraciones las responsables...”
La
segunda causa está en la agricultura industrial y la
continuada expansión de los regadíos intensivos, que
obvían prácticas de conservación y “están cambiando la
dinámica hidrológica de amplias extensiones del territorio e
incrementando la cantidad de la escorrentía, así como la velocidad
de los flujos de agua en caso de precipitaciones intensas. (...)
Eliminan todos los elementos naturales protectores, al basarse en
cultivos de enorme extensión sin solución de continuidad, donde
prácticamente han desaparecido los setos, la vegetación de linderos
y las manchas de vegetación natural y donde los cultivos − cuya
capacidad de retención de agua y sedimentos es bastante inferior a
la de la vegetación natural) ocupan todo el ciclo anual, o bien las
áreas no cultivadas permanecen desnudas...”
La
tercera causa es la imparable impermeabilización del suelo,
“causado por el desarrollo urbanístico y por la proliferación
de distintas edificaciones y equipamientos, desde centros comerciales
a todo tipo de infraestructuras.”
La
cuarta causa se encuentra en las nuevas infraestructuras que
desorganizan el drenaje natural:
“El
desarrollo urbanístico acelerado no sólo está suponiendo la
ocupación de zonas inundables y la creciente impermeabilización del
suelo, sino la construcción de nuevas infraestructuras (autovías,
carreteras, rotondas, taludes), que cortan, desorganizan la red de
drenaje y crean barreras a la misma, agravando los daños bajo
precipitaciones intensas y reconduciendo los flujos de agua hacia
zonas que hasta entonces se habían visto libres de problemas de
inundaciones, creando grandes acumulaciones de agua. Estos problemas
suelen quedar ignorados o su importancia minimizada, en los estudios
y en la tramitación y aprobación de las nuevas edificaciones,
urbanizaciones e infraestructuras.”
La
quinta está en las obras de defensa frente a inundaciones que
agravan los daños cuando estas se producen: las motas,
diques, presas de laminación, dragados, cortes de meandros y
encauzamientos, que “han distorsionado la percepción del riesgo
y dan lugar a una falsa seguridad que ha favorecido una mayor
ocupación de las zonas inundables, aumentando la exposición al
riesgo y la vulnerabilidad de la población y sus bienes. Además,
motas y encauzamientos tienen complejas y negativas consecuencias
para el riesgo por inundaciones, al favorecer una mayor energía y
velocidad de las aguas de avenida..
...Por
otra parte, estas actuaciones duras frente a las inundaciones causan
graves impactos ambientales, al romper el equilibrio morfodinámico
del río, eliminar sedimentos, degradar la vegetación natural y
destruir hábitats naturales...”
La
sexta causa, que también se puede considerar el resumen de todas las
anteriores, la ve Julia Martínez en que los ríos se han
quedado sin su espacio .
Antes
de abordar las Seis ejes de intervención para una reducción
real del riesgo de inundaciones, comparte una reflexión que
me parece importante:
“Las
sociedades y sistemas productivos tradicionales mediterráneos
compartían la sabia visión de que las inundaciones (como en el caso
de las sequías) son fenómenos que ocurren de forma natural (aunque
ahora se estén agravando por el cambo climático), frente a los que
necesariamente hay que aprender a adaptarse. El problema es que esa
visión adaptativa se ha ido olvidando y sustituyendo por la falsa
percepción − promovida en muchos casos desde las propias
administraciones públicas − de sequías e inundaciones como
"anomalías" que es posible erradicar o "superar",
en lugar de como fenómenos naturales a los que nos tenemos que
adaptar de forma inteligente...”
Primer
eje de acción: respetar las zonas inundables
“...Son
las comunidades autónomas y ayuntamientos los que están
incumpliendo su obligación legal de garantizar que se respetan las
zonas inundables y de eliminar las viviendas, equipamientos e
infraestructuras situados en las zonas de mayor riesgo o con
población más vulnerable. Nada se está haciendo en este
sentido...”
Segundo
eje de acción: devolver el espacio al río, desencauzando,
permitiendo los debordamientos “donde
den lugar a los menores daños y los máximos beneficios”.
Tercer
eje de acción: implantar Medidas Naturales de Retención de agua en
los espacios agrarios, de
las que la mayoría tienen que ver con la recuperación de la
vegetación natural (setos, vegetación natural en los linderos y en
pequeñas manchas en el conjunto del paisaje, etc) y el mantenimiento
de una cubierta verde en los cultivos, además de la recuperación
de la red de drenaje natural.
Cuarto
eje de acción: implantar sistemas de Drenaje Urbano Sostenible,
que incluyan superficies
filtrantes, suelos drenantes, estanques y jardines inundables y un
incremento de las superficies con vegetación:
“Estos
sistemas de drenaje urbano sostenible se están poniendo en marcha
con éxito en muchas zonas. Frente a tanques de tormentas, que son
muy caros y son capaces de acumular muy poca agua, se pueden crear en
los espacios urbanos superficies verdes inundables capaces de retener
cantidades de agua mayores, con costes menores y que además ofrecen
espacios de recreo y esparcimiento en los periodos sin lluvias
intensas...”
Quinto
eje de acción: eliminar viviendas e infraestructuras en zonas de
alto riesgo
“Es
urgente realizar un censo de viviendas y equipamientos en zonas de
riesgo elevado, bien por un alto peligro de inundaciones (por ejemplo
por situarse en zonas inundables dentro del periodo de retorno de 10
años) o por tratarse de casos con elevada vulnerabilidad social
(colegios, centros sanitarios, residencias de mayores, viviendas de
grupos poblacionales desfavorecidos, etc)...”
Y
el sexto eje: Impulsar una estrategia de comunicación para
“educar en la incertidumbre y la cultura del riesgo”.
...¿Cuándo empezarán las
autoridades (y la gente en general) a actuar en serio tanto para
limitar el cambio climático y mitigar sus efectos, como para
organizar la sociedad, el territorio y los recursos naturales de
forma menos destructiva?...
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Captura de pantalla de cartografía oficial, con la Zona de Inundación Frecuente (ciclos de 50 años) marcada. |