...Algo que hable a nuestro corazón.

Ayer escuché parte del programa “Mundo Babel”, dirigido por Juan Pablo Silvestre (en Radio 3, por supuesto...). Entrelazado con muy buena música –canciones relacionadas con el otoño y las hojas muertas- había una entrevista con David Hérnandez de la Fuente, profesor de Historia Antigua de la UNED, que expresaba su preocupación y tristeza por el hecho de que las lenguas y cultura clásicas están cayendo en el olvido, al perder cada vez más peso en la enseñanza secundaria con cada nueva reforma de la educación. “Olvidamos que constituyen el núcleo de las humanidades”, decía el profesor.

“Por qué nos importan los escritores clásicos?...Porque siguen dirigiéndose al corazón del ser humano, hablan de cosas que nos importan....Expresan lo más profundo de la humanidad, en un mensaje único. Nadie lo ha dicho mejor que ellos, y nadie lo va a decir mejor”.

Decía el profesor varias cosas con las que yo no estoy de acuerdo. Ni pienso que uno tiene que saber latin para hablar bien el español, ni veo la necesidad de afirmar que unas obras literarias – entre tantas que hay, y de tantas culturas- son las que mejor expresan nuestra condición humana (la vida, la muerte, el amor, las pérdidas...). Y sobre todo no estoy de acuerdo con Borges, a quien cita David Hérnandez, en su afirmación que “sólo hay cuatro grandes historias que se pueden contar” (las cuatro están en algunas de las obras griegas más famosas). Son todas historias muy relacionadas con batallas y heróes. Si miro mi biblioteca, o pienso en las novelas que más me han acompañado o movido, no puedo decir que las historias mencionadas sean las principales. Pero al fin y al cabo, Borges nunca ha sido el escritor con quien más he conectado.

Sin embargo, a pesar de estos reparos, la preocupación del profesor hacía eco en mí. Me parece bonito –e importante- dedicarse a ciertos fundamentos de nuestras culturas y de nuestra existencia, y estudiar algo a fondo, con atención, paciencia y pasión. Sea el objeto de estudio los escritores griegos o el ciclo de carbono – aunque mejor las dos cosas (u otras, pero en la combinación humanidades-ciencia).

¡Qué poco de lo que se supone debemos aprender en la escuela habla a nuestro corazón! Creo que para mí, las expresiones culturales son eso: algo que habla a nuestro corazón, que nos descubre a nosotros mismos y a los otros,  y nos hace sentir unidos al resto de la humanidad. Y para conocer también el resto del mundo, la ciencia. Pero si todas las asignaturas son como lo que reflejan los libros escolares de inglés que he visto, entonces tenemos un panorama bastante lamentable. Allí no existe la literatura que habla de corazones y espíritus humanos que puedan unirse a través de tiempos y distancias. No, allí lo que importan son los deportes extremos, las estrellas pop, los grandes almacenes, las vacaciones en la luna (para aprender el futuro), etc. Casi todo sumamente comercial, materialista y superficial. Se supone que en un intento de seducir a los adolescentes para que quieran aprender el idioma. No suele funcionar.

Cuando hablo de esto con un amigo de Suecia, me cuenta de un programa de radio: “En un minuto”. Según entiendo, consiste en el reto de hablar durante un minuto de cualquier cosa; lo importante es hablar con fluídez, sin titubeos. Algo muy de los estos tiempos “modernos”. Prefiero habitar otros tiempos. Prefiero que alguien hable de cosas realmente importantes, por mucho que titubee.

Y prefiero que alguien se tome el tiempo de descifrar textos antiguos, a que corra para no perderse la última novedad (de lo que sea).

Recomiendo el programa de “Mundo Babel”:

http://www.rtve.es/alacarta/audios/mundo-babel/mundo-babel-hojas-muertas-01-10-16/3740517/

Lena