En “Alternativas Económicas” del mes pasado hay un artículo muy bueno sobre
el “fracking”. Se titula “Fracking, un camino erróneo”, y está escrito por
Carles Riba Romeva
Intentaré resumir aquí el contenido.
El “fracking”, o fractura hidráulica en español, se refiere a un
método de extracción de hidrocarburos de esquisto– gas natural y, en
menor medida, petróleo lígero. Estos se han generado durante millones de años,
al convertirse sedimentos de animales marinos en petróleo y gas.
Los hidrocarburos de esquisto se encuentran confinados en pequeños
alvéolos en grandes extensiones, a gran profundidad y en pequeñas
concentraciones. Son yacimientos “no convencionales”, lo que significa que son
dificiles de explotar, y que tienen un bajo rendimiento; es decir, se utiliza
mucha energía para obtener sólo un poquito más.
Para extraerlos, se perforan pozos horizontales para después inyectar
grandes cantidades de agua con aditivos altamente contaminantes para romper los
alvéolos y liberar el gas (o el petróleo).
Anteriormente se descartaba su explotación, por difícil y antieconómico,
pero a partir de 2005, en EEUU se empezaron a explotar a gran escala para
reducir la factura exterior de los combustibles fósiles. En 2012, se habían
perforado allí 65.000 pozos, y para mantener la producción se estaban
perforando 8.600 nuevos pozos al año (para ver las consecuencias recomiendo ver
el documental “Gasland”).
Tantas inversiones de dificil rentabilidad han dado lugar a la burbuja del
fracking, que beneficia principalmente a las compañías que realizan las
perforaciones. Porque la dinámica de los pozos es a muy corto plazo: después de
una producción inicial elevada, esta disminuye rápidamente, llegando en muchos
casos a ser de sólo la mitad a los seis meses, y a practicamente agotarse al
cabo de tres años.
Después, queda un paisaje completamente devastado, porque los impactos son
brutales.
En primer lugar, por el elevado consumo de agua, un bien escaso y necesario
para la vida. A menudo, una vez fracturada la roca a gran profundidad, el gas
sube y contamina las aguas de los aguíferos. Incluso en algunos lugares el agua
que sale de los grifos es inflamable (como se puede ver en “Gasland”).
También puede desestabilizar el terreno, originando episodios sísmicos.
Los impactos territoriales también son muy grandes, ya que hay que
construir carreteras de acceso, y una red de gasoductos para su distribución y
comercialización. Para darse cuenta de los impactos territoriales y sociales
que los proyectos impulsados por el (anterior) gobierno del PP tendrían en
Viscaya, recomiendo ver la segunda parte de OigopolyOFF, que pondré aquí abajo.
Las emisiones de gases de efecto invernadero (CO2 y metano) también son muy
grandes; en un balance global, el combustible obtenido mediante “fracking” es
tanto o más contaminante que el peor carbón.
Y encima, es caro. Según Riba Romeva, “en un cómputo global, hoy día ya
es mucho más económico el aerogenerador que el pozo de esquisto. Además el
aerogenerador puede ser sustituído al final de su vida por otro probablemente
más eficiente, mientras que el agotamiento de un pozo de gas de esquisto es tierra
quemada (...) Son recursos efímeros destinados a prolongar la era de los
combustibles fósiles en un ciclo de unos 10 años. (...) En definitiva, el
fracking no hace más que retrasar la transición energética hacia un modelo 100%
de fuentes renovables que hay que afrontar para poder disponer de energía en el
futuro y evitar las conseuencias de la contaminación y del cambio climático”
Hasta aquí el artículo de Carles Riba Romeva. Pues esta es la energía que
el PP quiere fomentar. En cambio, casi todos los demás partidos se han pronunciado
en contra. De hecho, en mayo del 2014, representantes de 20 partidos - todos
los grupos del Congreso a excepción del PP, el PNV, el CiU y el UpyD – firmaron
una declaración en la que prometieron prohibir el “fracking” si llegaran a
gobernar.
OligopolyOFF, capítulo 2:
"Gasland" (El Gas de la Muerte), documental largo de Josh Fox, subtitulado en español:
Lena
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