Cuando estoy trabajando en mi jardín (en mi huerta-jardín,
y jardín-monte...) me pasan muchas cosas por la cabeza. Algunas me gustaría
escribir, aunque cuando al final tengo tiempo de intentarlo, a veces me cuesta
atrapar las palabras.
El otro día estaba pensando en los principios que subyacen en la
“organización” de mi jardín. Creo que los llevo a cabo de forma muy imperfecta,
pero aún así me parecen válidos. Intentaré explicarlos:
Quisiera tener el máximo de vida, y el máximo de formas distintas donde
se expresa esa vida. Intento
hacerlo invitando la vida, es decir: crear las condiciones para que
llegue y se quede. En el caso de un terreno, implica sobre todo cuidar la
fertilidad de la tierra, y ver que hay suficiente humedad. Para hacer esto,
también hay que ser económico, es decir aprovechar los recursos de los
que disponemos de forma inteligente. En mi caso esto es sumamente importante,
ya que mi jardín está en una cuesta, donde se escurría todo el agua, y donde el
suelo consistía en algún centímetro de tierra encima de piedras, roca porosa, o
roca sólida. Por ejemplo, hasta cavar un surco que recogía el agua de lluvia en
la parte que se ve en la foto, por mucho que diluviaba sólo mojaba el milímetro
más superficial de la tierra. También el “acolchado” –el cubrir el suelo de
materia orgánica – es fundamental, tanto para ahorrar agua, cómo para proteger
las condiciones de vida (la fertilidad) en el suelo.
Compruebo que todo está relacionado. Así que el siguiente principio es casi
un variante, o un aspecto de lo escrito arriba:
Intento encontrar el sitio adecuado para cada cosa (sean plantas,
cortezas, hierba segada, piedras...), el sitio donde pueda ser util y
“florecer”. Este invierno sí quemé un poco de zarzas cortadas, y hay algún tipo
de planta que no me gusta mucho, por ser tóxica además de invasora. Pero de lo
demás voy conociendo cada vez más sus cualidades y utilidades.
Y todo esto también implica cuidar la CONVIVENCIA: con algunos seres tengo
una relación más cercana (mis perros, mi yegua, los árboles, las flores, las
tomateras...), con otros los veo desde una distancia, alegrándome de que estén
allí (como los lagartos ocelados que llevan aquí varios años, las cantidad de aves
distintas que hay, o el zorro que a veces veo pasar por fuera de la valla),
y otros, como las culebras, avispas,
arañas.., quizá me producen menos alegría, pero intentamos no molestarnos
mutuamente.
Además de esto, lo que pensé el otro día es que me ojalá estos principios
también guiara más la organización de la sociedad, de nuestro “ecosistema
humano”.
Lena
Preciosas fotos-postales de tu salvaje jardín-paraíso Lena. Qué suerte levantarse todas las mañanas con esas "perspectivas".
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