domingo, 6 de enero de 2019

Los impactos negativos de las macrogranjas porcinas que la Consejera de Agricultura prefiere ignorar

Es impresionante la cantidad de falsedades y afirmaciones absurdas que los políticos en el poder en Castilla y León pueden expresar sin que los periodistas se paren a cuestionar nada.

En un artículo enviado desde SPC y publicado tal cual en el Diario de Ávila y otros periódicos de CyL el pasado viernes, la Consejera de Agricultura Milagros Marcos se explaya sobre los beneficios que -según ella- las grandes granjas de cerdos generan para el territorio.

Según la consejera, las “macrogranjas” no existen, ya que la palabra tiene connotaciones peyorativas, y ella afirma que las explotaciones que hay son “competitivas y bien dimensionadas”.


Los últimos años han proliferado las explotaciones intensivas, y actualmente hay más de 30 millones de cerdos en España, que generan más de 60 millones de metros cúbicos de estiercol al año. Nuestro país es el tercer exportador de carne de cerdo del mundo, detrás de EE.UU y China. 90% de los cerdos se crian “en intensivo” - es decir confinados en “fábricas de carne” sin salir nunca, sin apenas poder moverse- y las granjas son cada vez más grandes y concentradas en menos manos.

Entre 2016 y 2017 en Castilla y León se presentaron 200 proyectos de explotaciones intensivas de cerdos, y del centenar de autorizaciones y evaluaciones de impacto ambientales publicados en la página de la Junta en el último medio año, casi todos son de explotaciones porcinas.


Aunque mucho menos que en la vecina Segovia, en la provincia de Ávila han surgido ultimamente varios proyectos de creación o ampliación de explotaciones, como por ejemplo en Fontiveros (3.699 plazas), Fuente del Año (2.484), Herrero de Suso (2.100), Madrigal de las Altas Torres, Cisla…

Para la consejera, los que se oponen a estas granjas son “populistas” que “desinforman” y “demonizan la actividad ganadera” por “cuestionen ideológicas”.

Estos son algunos datos y aspectos que Milagros Marcos debe de considerar como “desinformación” (o al menos irrelevantes) - algunos encontrados en instituciones tan populistas como la Comisión Europea, la FAO, o la Universidad Católica de Ávila.

Un informe publicado el pasado verano por la FAO y el Instituto Internacional de Gestión del Agua (IWMI), “More people, more food, worse water”, conluye que la contaminación de las aguas tienen tres fuentes principales: el uso excesivo de fertilizantes sintéticos, el abuso de pesticidas, y la ganadería y los purines que genera.

España vulnera los límites permitidos de emisión de amoniaco, con un exceso de 30% respecto a lo que establece la normativa europea. En su análisis, la Comisión Europea afirma que 96% de las emisiones provienen del sector agrario, y que las dos fuentes principales son las granjas porcinas y los fertilizantes sintéticos. En el Registro Estatal de emisiones también se constata que, de las 2.500 empresas cuyas emisiones rebasaron lo permitido en los últimos 10 años, 94% eran granjas de cerdos.


Las granjas de cria intensiva agravarán el problema de la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas por nitratos, ya existente en gran parte de la provincia de Ávila Un trabajo hecho en la Universidad Católica de Ávila y presentado en CONAMA en 2009, muestra que en la Moraña (donde están ubicadas la mayoría de las granjas) se encontraron unos niveles medios de 111 mg de NO3 por litro de agua, y máximos de 1203 mg.


La legislación Española y de la UE ha establecido el límite de 50 mg/l como el máxime para el consumo humano. Sin embargo, otras administraciones como la Agencia para la Protección del Medio Ambiente Norteamericana (EPA) situa este límite en 10 mg/l.

El consumo de agua con altas concentraciones de nitratos inhibe el transporte de oxígeno en la sangre, y es especialmente peligroso para los niños. También hay varios estudios científicos que relacionan un consumo a largo plazo de agua con concentraciones de nitratos que aquí se consideran bajas (5-10 mg/l) con un aumento de riesgo de sufrir hipotiroidismo, y cancer de varios órganos como estómago, vejiga, ovarios, y colon. Este riesgo aumenta aún más en personas que consumen mucha carne roja, como suele ser el caso aquí.

En un informe de la misma Junta de Castilla y León del 2016, casi todos los municipios de la Moraña están entre los 716 municipios que se considera deban ser designados como zonas vulnerables, algo que debería recoger un decreto que la Junta sin embargo parece reticente a promulgar.


Además está el problema de la sobreexplotación de los acuíferos. Los municipios de Fontiveros, Madrigal de las Altas Torres, Cisla y Fuente del Año están todos declarados como “Zonas No Autorizadas” en el Plan Hidrológico del Duero. En estas zonas no se deben autorizar nuevas extracciones de agua subterránea hasta que no se “superen los actuales desequilibrios hidrológicos”.

En las granjas de engorde de cerdos, en su corta vida cada animal consume unos 5 metros cúbicos de agua, y genera unos 2 metros cúbicos de purines.

En estos purines también suele haber residuos de todo tipo, por ejemplo de antibióticos. En la EU el uso de antibióticos como “promotores de crecimiento” está prohibido desde el año 2006, pero todavía se utiliza de manera profiláctica, para prevenir enfermedades.

Según el informe de la organización Food & Water Europe, España tiene el consumo más alto de antibióticos de la Unión Europea. En 2014, una tercera parte de todos los antibióticos para uso animal en la UE se vendía aquí, y la industria ganadera (sobre todo porcina y avícola) los utiliza en una concentración tres veces más alta por kilo de carne que en Alemania, y diez veces más alta que en Dinamarca.

En el artículo en Diario de Ávilase puede leer que “Marcos cifra en un 40 por ciento la población adicional que hay en aquellos lugares donde existen explotaciones de porcino bien dimensionadas”. Sin embargo, para mucha gente, las granjas “bien dimensionadas” son justamente las granjas pequeñas que han ido desapareciendo, y que sí creaban empleo. En cambio, las grandes explotaciones intensivas y muy mecanizadas necesitan muy poca mano de obra: basta con un empleado para criar varios miles de cerdos. Según un informe de COAG del 2015, citado por Food & Water Europe, 70 a 80% de los costes de producción en estas granjas va a la alimentación – sobre todo soja importado – mientras que los costes laborales sólo suponen unos 2% del total.

En una entrevista el verano pasado, la consejera daba unas cifras aún más exageradas: 90% de población adicional.

Los crecientes movimientos contra las macrogranjas afirman que es al revés: donde se instalan estas explotaciones se acentúa el problema de la despoblación. ¿Quién va a querer vivir en un lugar lleno de malos olores y agua contaminada, y más sabiendo que cerca hay miles de seres vivos que sufren unas horribles condiciones de vida,y muerte... (como han documentado varias organizaciones de Derecho Animal)?

Pero Milagros Marcos prefiere pensar que “Espana es uno de los países más exigentes a la hora de establecer las condiciones y requisitos desde el punto de vista ambiental, de calidad y sanitario”, eligiendo ignorar que las normativas existentes han sido transpuestos -obligatoriamente- de directivas europeas, y que faltan controles y garantías de que realmente se cumplan.

Aunque quizá en algún punto Marcos tiene razón: es posible que las personas que nos oponemos a las macrogranjas (que sí existen) compartimos una ideología, un sistema de ideas y valores. Por ejemplo los siguientes:

- Los animales son seres vivos, y se debe limitar su sufrimiento todo lo posible.
- Unos beneficios privados no justifican la contaminación y degradación del aire, suelo y agua.
- Se debe fomentar las actividades que son sostenibles y que realmente generan empleo.


Lena Pettersson

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