Las formas de gestionar (y promover) los proyectos mineros se parecen mucho, sean en Zamora, Ávila, Cáceres, o en cualquier otro punto de España.
Copio estos extractos de un artículo aparecido en "El Día de Zamora" el lunes pasado: "Vecinos de Fermoselle crean la plataforma No en mi tierra, para oponerse a la potencial mina de litio".
Para colmo de mala gestión del territorio, la administración no tiene el mínimo control oficial sobre lo que hacen las empresas mineras, que mantienen su actividad en secreto, ni tienen inspectores de minas que vigilen las explotaciones. Si ningún buen padre de familia gestionaría tan mal su patrimonio ¿por qué se le permite a una administración pública semejante aberración sin que tenga que asumir responsabilidades legales por ello?
Cabe señalar que las empresas que presentan los proyectos de investigación no son empresas mineras si no empresas “conseguidoras” de permisos y derechos con el fin de especular con ellos vendiéndoselos después a empresas extranjeras. Es decir no tienen solvencia, ni profesional, ni económica, ni moral, como es el caso de la empresa concesionaria Grabat S.L. que está inmersa en un proceso judicial por estafa, cuyo capital social es de 6.400 euros y cuyo historial tiene vínculos con la trama Púnica. Esto también lo saben los políticos y los funcionarios que han otorgado las autorizaciones.
En esa dinámica de nocturnidad y alevosía, la noticia de la mina de Zamora se publica en un periódico catalán diez días antes de que se publique algo en la prensa provincial. La Vanguardia entrevista al alcalde de Fermoselle, que afirma no tener información, el mismo día que el BOCYL publica la autorización del permiso de investigación a Grabat Energy S.L. mientras que los medios provinciales tardan diez días en hablar del tema. (...)
Las minas de litio son minas a cielo abierto, con balsas de decantación y plantas de procesamiento que ocupan grandes extensiones en superficie y profundidad. Siendo necesario para extraer el mineral 1.258 toneladas cúbicas anuales de ácido sulfúrico, 33.026 de sulfato de potasio y 795 de sosa cáustica en un proyecto como el de Cáceres que comparte características y empresa con el proyecto de Zamora. Además, la producción de 1 tonelada de litio conlleva la evaporación de 2 millones de litros de agua. (...)
Hay previstos un rosario de
proyectos mineros en Zamora y otras provincias que darán al traste
con el tejido socioeconómico autóctono como casas rurales, turismo
rural, negocios agroalimentarios, apícolas, etc. Si abrimos la
puerta al primero seguirán llegando los demás y la poca gente que
habita la provincia tendrá que abandonar su tierra. En realidad ese
es el objetivo. Vaciar el mundo rural de sus gentes para que nadie
pueda oponerse a la explotación de sus múltiples recursos. Lo demás
son discursos políticos vacíos de contenido, para quedar bien ante
el electorado, a la vista está. Como dice el refrán, a Dios rogando
y con el mazo dando. (...)"
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