He seguido leyendo la Estrategia de Recursos Minerales;
esta vez ha tocado la primera veintena de páginas.
Voy a intentar escribir algo legible sobre ellas, aunque
mi reacción espontánea sería más bien echarme las mano a la cabeza y balbucear
palabras como “fatal”, “qué sinsentido”, “¡pero...pero; qué absurdo!”.
Queda claro que el objetivo de la Estrategia es promover
las explotaciones mineras en Castilla y León, lo cual se expresa en un
lenguaje enrevesado y ambiguo, como en estos dos párrafos:
“...Cualquier análisis que se realice
de la evolución hasta la situación actual relacionada con el aprovechamiento de
los recursos minerales de nuestra Comunidad, y ello teniendo en cuenta aspectos
variables como son los socioeconómicos, ambientales, de ordenación del
territorio, de mejora de los procesos y
órganos administrativos específicos, todos dentro de un marco de referencia
Regional, Nacional y Europeo, permitirá identificar determinadas disfunciones,
cuya corrección a través de la adopción de determinadas medidas,
servirán para promover, con carácter general, que todo el cuerpo social
relacionado con los recursos minerales pueda mirar al horizonte con confianza y
perspectivas de futuro.
Con esta finalidad, la Junta de
Castilla y León, a través de su Consejería de Economía y Hacienda, concibe una
arquitectura basada en evidenciar el potencial minero de la Comunidad Autónoma,
en la adopción de medidas administrativas que permitan la creación de unas
condiciones adecuadas que garanticen el desarrollo de actuaciones y proyectos
que activen dicho potencial minero latente, y en apoyar de manera selectiva y
deliberada a las comarcas mineras y al sector empresarial, aunando esfuerzos en
una convivencia armónica del sector con la sociedad y dirigiendo su foco de
atención a la internacionalización
del mismo...”
Interpreto que con “determinadas disfunciones” los autores
de la Estrategia se refieren a las limitaciones (sociales, legales, ambientales...)
a la actividad minera, y que “corregirlas” para ellos significa eliminar estas limitaciones,
para que se pueda “activar (casi) todo el potencial mineral potente”.
Activar un mineral latente, en el mundo real suele
significar sacrificar un paisaje, con la tierra y todos los bichos y plantas
asociados, y sacrificar el pasado, el presente y el futuro de las personas que
habitan o visitan este paisaje.
La Estrategia de Recursos Minerales (a continuación: ERM)
hace referencia a la Estrategia Europea 2020, la estrategia decenal que la
Comisión Europea adoptó en 2010, y cuyo fin es un “crecimiento inteligente,
sostenible e integrador.” Los cinco objetivos principales están centrados
en “los ámbitos de empleo, investigación y desarrollo, clima y energía,
educación, inclusión social y reducción de la pobreza.”
No tengo ahora los datos a mano, pero me sorprendería
gratamente que en España se hubiera mejorado alguno de los ámbitos. Porque
pensando en las crecientes desigualdades, la explotación laboral, las privatizaciones, la sobreexplotación de agua, la
pérdida de suelo, la contaminación, el frenazo impuesto a las energías
renovables etc, tiendo a pensar que a nivel nacional seguimos empeorando (a
nivel local puede haber más motivo de esperanza; ayer leí un artículo muy
bonito en Ecologista, sobre la regeneración del Río Manzanares en
Madrid...)
Parece que en Castilla y León se leen los documentos de la
UE con gafas muy especiales. Y que se tiene una noción también muy peculiar de
lo que significa “sostenible”. Sino, ¿cómo se puede pretender que un fomento
practicamente incondicional de la actividad minera cumpla con los objetivos de
la UE acerca del Cambio Climático? El
objetivo europeo declarado es HACER LA TRANSICIÓN HACIA UNA ECONOMÍA BAJA EN EMISIONES
DE CARBONO, lo que implica (según documentos oficiales de la UE): reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, fomentar las energías renovables, y
aumentar la eficiencia energética.
En la
ERM dicen cualquier cosa, como cuando afirma que la actividad minera “puede
contribuir al desarrollo económico sostenible y equilibrado de la Comunidad y
al desarrollo de las zonas más desfavorecidas en términos económicos o de
población...”. O cuando cita la Estrategia Regional de Investigación e
Innovación para una Especialización Inteligente de Castilla y León (RIS3) 2014-2020:
“...Esta última, en su apartado 6.1 "Prioridades temáticas"
considera como prioridades temáticas la "Agroalimentación y recursos
naturales, como catalizadores de la extensión de la innovación sobre el
territorio" y "El patrimonio Natural, Patrimonio Cultural y Lengua
Española, recursos endógenos base de la sostenibilidad territorial",
sin ver ninguna contradicción con lo que promueve. ¡Resulta que la actividad minera ahora es tan sostenible que valoriza tanto el patrimonio natural y cultural como la lengua española!
http://www.jcyl.es/junta/cp/20161229_Estrategia_Recursos_Minerales.pdf
http://www.jcyl.es/junta/cp/20161229_Estrategia_Recursos_Minerales.pdf
Un último dato, encontrado en la ERM: en 2014 había 4.004 personas
trabajando en los diferentes explotaciones mineras en Castilla y León. No me
parece un número muy grande. Si realmente queremos crear empleo, apoyemos mejor
los sectores de Educación, Sanidad, Cuidados, Energías renovables,
Agricultura y ganadería ecológica...
Lena Pettersson
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