En Marrakech se está celebrando el 22º Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22, entre el 7 y el 18 de noviembre). Está allí Florent Marcellesi, el eurodiputado de EQUO. Hace un par de semanas le hicieron una entrevista en La Marea; publico aquí la parte donde habla sobre el cambio climático, y el cambio de modelo económico que tendríamos que hacer si tomaramos esto en serio.
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(...) A veces
pensamos que luchar contra el cambio climático significa perder calidad de
vida, renunciar a muchas comodidades… En su opinión, ¿qué oportunidades
representa esta lucha para la humanidad?
Básicamente, la
oportunidad de repensar el modelo de producción y consumo en el que vivimos. El
cambio climático es un problema porque está afectando a los empleos, a los
derechos, a nuestro bienestar hoy y mañana, pero también es una oportunidad
porque nos dice que podemos cambiar a mejor. Por ejemplo, con empleos que en
vez de destruir el medio ambiente y la dignidad de los trabajadores, sean
dignos y respeten el planeta. Los empleos
verdes, por ejemplo, que crean muchísimos más puestos de trabajo que los
llamados empleos marrones.
En España estamos hablando de dos millones de puestos de trabajo, y en el
conjunto de Europa de 20 millones, tantos como desempleados hay en la Unión
Europea.
¿Qué son
los empleos marrones?
Son aquellos que son
muy intensivos en energía, emisiones de CO2 y uso de agua y materia. Aquellos
que lo que hacen es destruir valor social y ecológico en vez de construir un
mundo mejor. Esos empleos claramente no nos valen en un mundo donde queremos al
mismo tiempo justicia social y sostenibilidad, por eso necesitamos una gran
transición ecológica en la economía y acompañar a los trabajadores de los sectores marrones hacia otros ámbitos laborales. Eso
puede pasar, por ejemplo, con el carbón: nosotros no estamos en contra de los
mineros, estamos en contra del carbón. A los mineros les proponemos una
transición hacia otros sectores que sean pan para hoy y para mañana.
Volvamos
al CETA. En su opinión, ¿cuáles son los grandes riesgos medioambientales y
sociales de este tratado?
Tanto el CETA como el
TTIP plantean problemas sociales, democráticos y ecológicos bastante parecidos.
En lo social, podemos hablar de la destrucción de puestos de trabajo. El
CETA significará una pérdida de 200.000 empleos en Europa; el TTIP, de 600.000.
Después está el riesgo en lo democrático, que está en dar más poder a las multinacionales
a través, por ejemplo, de los tribunales de arbitraje. Y en el ámbito
ecológico hay varias cosas. Sería más fácil traer arenas bituminosas desde
Canadá, que son mucho más contaminantes que los petróleos convencionales, que
ya es decir. Al mismo tiempo, son tratados que van a aumentar de forma radical
las emisiones de CO2. Por tanto, aquí debemos preguntarnos si podemos
firmar el Acuerdo de París y, a la vez, ratificar otros tratados que van en el
sentido contrario, como el CETA o el TTIP. Tenemos que ser coherentes en
nuestras políticas.
Cuando
piensa en un modelo económico diferente, ¿a qué tipo de modelo se refiere
exactamente?
Primero, se trata de
un horizonte donde tenemos empleos que valgan la pena desde el punto de vista
social y ecológico. Segundo, es un modelo donde tenemos repartos de
distribución de las riquezas, sean económicas, sociales, ecológicas, con
reparto también del trabajo. Y al mismo tiempo es una sociedad donde hay
democracia participativa, desde abajo, representativa, potente a nivel europeo.
El
Acuerdo de París tuvo mucha publicidad y Francia es un anfitrión fuerte a nivel
internacional. Sin embargo, a nivel de compromisos no tuvo tanta fuerza. ¿Cómo
percibe los ánimos de cara a la COP22?
Podemos definir el acuerdo de
París con tres palabras: fue al mismo tiempo un milagro, un desastre y una
oportunidad. Milagro, porque es increíble que hayamos conseguido de forma
unánime firmar un acuerdo que tenga una meta ambiciosa. Es un desastre porque
las herramientas que están dentro del acuerdo no permiten alcanzar los
objetivos. Y es una oportunidad porque si conseguimos seguir con la línea
política y social que ha iniciado este tratado, podemos ver que la transición
ecológica es imparable. Es el último punto el que más nos interesa de cara a
Marrakech, porque hemos visto que en un año ha entrado en vigor lo acordado en
París, lo cual también es un milagro. Teniendo en cuenta también la presión
social y política que hay detrás, y la capacidad de no volver atrás en la
transición, este acuerdo es una oportunidad. Va a depender siempre de la
capacidad de movilización que tengamos a nivel social y político, porque
únicamente se cumplirán las palabras si detrás hay gente a nivel local,
regional, estatal y europeo que esté dispuesta a luchar por él (...)
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