“Hemos caído en la
trampa química porque hemos destruído la vida en el suelo” (Elaine Ingham, en Oxford Real farming Conference
en enero 2015)
¿Qué es lo que hace que
una tierra sea fértil?
Según la microbióloga
Elaine Ingham, son los microorganismos que hay en el suelo: las bacterias, los
hongos, los protozoos, los nemátodos, las lombrices... Si ellos están, es
decir, si hay VIDA en el suelo, no necesitamos preocuparnos ni por los
nutrientes, ni por el ph, ni por las plagas y enfermedades... Ellos se encargan
de retener los nutrientes y hacer que sean disponibles para las raíces de las
plantas. Además crean la estructura del suelo (que así deja que el agua se infiltre
bien), descomponen toxinas y protejen las plantas contra organismos dañinos,
controlan el ph, etc. Se encuentran sobre todo en la rizosfera, la zona
cercana a las raíces de las plantas, ya que las bacterias y hongos se alimentan principalmente de lo que exudan esas raices.
Podemos proporcionar unas
condiciones favorables a esos microorganismos, procurando que siempre crezca
algo en la tierra, y que esté cubierta de materia orgánica. O si faltan los
microorganismos, “inocularlos” añadiendo
compost de calidad. Y a la inversa, podemos perjudicar la vida en el suelo
aplicando pesticidas, herbicidas o fertilizantes inorgánicas, o molestar la
tierra labrándola en exceso. Como dice Elaine Ingham: “Cada vez que
utilizamos pesticidas, destruimos muchos más organismos benéficos que
organismos causantes de enfermedades”. Además, los fertilizantes
inorgánicos, aparte de destruir la vida en en suelo donde se aplican, se pierden -en una media
de 80%- por la lixviación (son filtradas y arrastradas por el agua) y
aparecen en otro lugar transformados en problemas de contaminación.
Incluso, según Ingham, si
tenemos a todos esos buenos microorganismos trabajando en el suelo no hace
falta ni utilizar abonos orgánicos como el estiercol; TODAS las tierras del
planeta tienen nutrientes de sobra, el problema es que no suelen estar
disponibles a las plantas por carecer de vida la tierra, o por estar en
desequilibrio.
Intento poner esto a la
práctica: en la parte de mi prado que quiero convertir (con el tiempo) en un
especie de “jardín forestal”, procuro plantar algo en cada nuevo trocito que he
cavado. Recurro mucho a los tagetes, que son bonitos, de cultivo facil y que
atraen muchas mariposas y abejas. Luego cubro la tierra alrededor con hojarasca
o ramas trituradas.
Lo que creo que a veces
hago mal es la combinación de las plantas. Por ejemplo, parece que es un error
tener una tomatera al lado de un árbol frutal. ¿Por qué? Porque en la
conferencia de Ingham he aprendido (tengo todavía que aprenderlo con un poco
más detalle...) que en la sucesión natural (que empieza con las hierbas
adventicias colonizando un terreno, y termina con un bosque) lo que cambia en
la tierra es la proporción de bacterias y hongos. Y una tomatera quiere una
tierra donde todavía predominan las bacterias, mientras un árbol prefiere una
predominancia de hongos.
Hay mucho que probar,
mucho que observar, muchos errores a cometer, mucho que aprender. A mí me
resulta apasionante.
Lena
No hay comentarios:
Publicar un comentario