Hace una semana vinieron dos amigos, Luis y Mimi, a conocer Navaluenga. Dimos un paseíto por el pueblo, disfrutamos del campo - y hablamos mucho. Entre otros muchos temas muy interesantes me contaron de la Red de Municipios Sostenibles. Pedí a Luis que nos escribiera un artículo sobre ello, y aquí está. Muchas gracias. (L)
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El modelo energético español es derrochador, caro, poco
eficiente, injusto y extremadamente dependiente de suministros externos. Me
explicaré poniendo algunos ejemplos y argumentaré que el período electoral que
se avecina abre para todos grandes oportunidades para obtener una mayor calidad
de vida con mucho empleo.
Territorio desordenado y urbanismo disperso
Nuestro país, como muchos
otros países occidentales, ha crecido de un modo desequilibrado: desde que
empezó el desarrollo industrial de los años 60, la población ha ido abandonando
los pueblos para concentrarse en grandes ciudades, de modo que los servicios
(sanitarios, educativos, bancarios, etc.) se concentran en las grandes urbes
mientras escasean en las zonas rurales, lo que obliga a organizar el
desplazamiento por carretera de los usuarios de dichos servicios.
Las ciudades, a su vez, han adoptado un modelo de
urbanización difusa, expandiéndose en el territorio con áreas separadas
dedicadas a la industriales, áreas comerciales y de ocio. El vehículo privado y
los sistemas de telecomunicaciones han permitido difuminar la noción de
distancia y habitar el territorio de forma difusa. Los movimientos de personas
que se desplazan en su vehículo privado, desde su domicilio a su lugar de
trabajo, al centro comercial de las afueras o a su segunda residencia, son tan
familiares y estamos tan habituados a ellos como a los atascos que generan.
El caos del transporte
La red de ferrocarriles
convencionales fué desmantelada en la década de los años 80, alegando falta de
rentabilidad económica, sin tener en cuenta la rentabilidad social de esa red
de comunicaciones. El transporte de personas ha sido reemplazado por líneas de
autobuses que se atienen exclusivamente a criterios de mercado, dejando a las
poblaciones menos habitadas sin transporte. La apuesta por el transporte de
viajeros en alta velocidad, que ha consumido enormes inversiones, se ha
revelado fallida y carente de perspectiva social. También el transporte de
mercancías se desplazó desde los años 80 a la red de carreteras que, desde
entonces no ha dejado de crecer. Un derroche de energía, si se compara la
capacidad de carga de un vagón de tren con las escasas 25 toneladas que puede
transportar un camión.
Combustibles fósiles: una adicción contaminante
Nuestra economía se basa
pues en el derroche de energía, sobran ejemplos. El modo en que producimos y
consumimos productos, el modo en que nos desplazamos o nos calentamos, por
ejemplo, es insostenible, porque lo hacemos quemando grandes cantidades de
combustibles fósiles.
El consumo de combustibles fósiles libera a la atmósfera
gases tóxicos (SO2, NO, CO, etc.) y gases que causan el efecto invernadero (CO2
y CH4 fundamentalmente). Las centrales eléctricas que utilizan gas, carbón o
gasóleo para producir electricidad envían a la atmósfera miles de toneladas de
gases contaminantes, al igual que las fábricas que queman combustibles para
producir cemento, acero o para tostar cacahuetes.
En España somos adictos al petróleo, el carbón y el gas, que
son combustibles contaminantes, finitos y no renovables. La inmensa mayoría de
la energía que utilizamos procede de estos combustibles fósiles, que tenemos
que comprar en los mercados exteriores en su totalidad, porque no tenemos esos
recursos en nuestro territorio. Si se interrumpiera la extracción de
combustibles fósiles, la economía española padecería un colapso global de
impredecibles consecuencias, como también lo sufriría el resto de la
civilización humana.
Tenemos energía renovable de sobra
Sin embargo, España tiene
un potencial inmenso en la producción de energía eléctrica a partir de fuentes
renovables, la fotovoltaica, obtenida de la luz del sol y la eólica, obtenida
del viento. Tenemos la posibilidad de aprovechar las 2500 horas de sol que cae
en promedio en cualquier punto de España y los abundantes vientos que soplan en
toda nuestra geografía. También tenemos la tecnología para aprovecharla, con
empresas muy activas acuerdos de I+D con múltiples universidades.
¿Qué sentido tiene gastar, anualmente, en torno a 43000
millones de euros en importar productos petrolíferos para ser quemados? Ese
gasto es un lastre negativo en nuestra balanza comercial, que agrava el déficit
endémico de una economía en recesión. ¿No sería mejor invertir en la transición
hacia una economía basada en energías renovables y, además, una economía
autónoma y soberana, no dependiente de los mercados fósiles exteriores? ¿Gastar
o invertir? Ese es el dilema que tenemos que resolver.
Es un desgracia que nuestras empresas tecnológicas hayan
tenido que emigrar, a pesar de ser pioneras en este sector, ante el bloqueo
impuesto por el oligopolio energético. Para imponer una política energética
regresiva, que va en dirección contraria a la lógica y a los intereses
nacionales, las empresas del oligopolio cuentan con la complicidad de los
sucesivos gobiernos del PP y del PSOE, que tienen a sus antiguos altos cargos
en sus consejos de administración para utilizar su capacidad de influencia.
Control democrático y justicia energética
Nuestro sistema
energético, además de ser insostenible ambientalmente y comprometer nuestra
soberanía política, es caro, condena a millones de personas a soportar las
inclemencias del tiempo en condiciones indignas e impide el control democrático
de la energía. En el sector eléctrico, por ejemplo, Iberdrola, Endesa y Gas
Natural Fenosa, que controlan el 92% la producción, distribución y
comercialización de la electricidad, imponen la política de precios y las
tarifas de la luz. En el mercado del gas natural, el 96% de los clientes son de
Gas Natural Fenosa, Endesa, EDP e Iberdrola. Siempre los mismos nombres, tras
los que se oculta el poder de las grandes instituciones e inversores
financieros.
La energía es cara en España. Sólo hay dos países europeos
con la electricidad más cara: Chipre y en Malta, dos islas pequeñas y con pocos
recursos. Las empresas del oligopolio dicen que los altos costes de la
electricidad se deben a las subvenciones a las renovables y a impuestos ajenos
a la producción de energía. Pero no hay nada más falso que esta imputación:
para fijar el precio de la electricidad, las renovables entran en el mix
energético a coste cero. De hecho, cuando la meteorología es favorable a la
producción renovable, el precio de la electricidad baja. Además, hace tiempo ya
que la producción de energías renovables alcanzó la paridad de costes con las
energías del régimen general. No son más caras.
Lo que ocultan las empresas del oligopolio es que, haciendo
las cuentas bien, las energías convencionales son en realidad mucho más caras
que las renovables si se tienen en cuenta los costes que ahora están
externalizados. Por ejemplo: ¿cuál es el coste de la lluvia ácida, que quema
los cultivos agrícolas y los bosques, causada por las emisiones de SO2 y CO2 de
las centrales térmicas de Carboneras, Aboño, As Pontes y Andorra, por ejemplo?
¿quién paga esos daños?; ¿cuánto nos está costando el almacenamiento de los
residuos de las centrales nucleares? ¿de dónde van a salir los 700 millones de
inversión estimada para construir el almacén de residuos ATC de Villar de
Cañas?; ¿por qué hemos tenido que pagar todos los españoles los millones que ha
costado el fallido depósito subterráneo de gas natural de El Castor? Con esa
estrategia comercial es fácil hacer negocios: disponer de una masa enorme de
clientes cautivos, obtener precios altos sin competencia, privatizar los
beneficios y socializar los daños y sus costes.
Elecciones, una oportunidad de cambio
Las próximas elecciones
abren un futuro de esperanza para vivir mejor en todos los municipios y
ciudades. Alguien puede pensar que arreglar el sistema energético español es
una tarea demasiado grande y que se puede hacer poco desde un pequeño municipio
como Navaluenga. Pero no es cierto. La política municipal es la plataforma
desde la que se pueden desarrollar iniciativas energéticas con efectos más
poderosos.
Las medidas de ahorro energético en el municipio, la
rehabilitación de edificios municipales y viviendas, la instalación de sistemas
de generación eléctrica renovable en el municipio, por ejemplo, constituyen un
gran nicho de empleo local. Pensar globalmente y actuar localmente, esa es la
clave. Hay mucho que hacer.
Las candidaturas y grupos políticos, que concurren a las
elecciones municipales de Navaluenga, pueden sumarse a la campaña llamada
"Municipios Social y Ambientalmente Sostenibles".
La iniciativa está promovida por la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético y la Fundación
Renovables para obtener el compromiso de desarrollar políticas
energéticas positivas contenidas en un plan estratégico y 12 medidas concretas.
La iniciativa se está extendiendo a muchos municipios de toda España y un
numeroso grupo de partidos ya han decidido que toda su organización asuma el
compromiso contenido en el Manifiesto.
Esta es la página web de la campaña: https://municipiossostenibles.wordpress.com
Esperamos que los grupos y coaliciones que optan al gobierno
del ayuntamiento acepten este compromiso de mínimos y apliquen las estrategias
y medidas contenidas en el Manifiesto, para formar y sensibilizar a las gentes
de Navaluenga, ahorrar energía, favorecer la instalación de sistemas
autosuficientes de generación de energías renovables, promover la movilidad
sostenible y ayudar a las personas que están en situación de pobreza
energética, entre otras medidas recogidas en el compromiso.
Luis González
Plataforma por un Nuevo
Modelo Energético
Muy buen análisis. Espero que entre todos podamos cambiar el actual modelo energético aunque empecemos por pueblos pequeños como el nuestro.
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